Sólo la libertad los hará libres.
SÓLO LA LIBERTAD LOS HARÁ LIBRES.
jueves, 31 de enero de 2013
Maridos, amen a sus esposas.
El hombre es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza de
la Iglesia, cuerpo suyo, del cual
es asimismo salvador.
Que la esposa, pues, se someta en todo a su marido, como
la Iglesia se somete a Cristo.
Maridos, amen a sus esposas como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a si mismo por ella. Y
después de bañarla en
el agua y la Palabra para purificarla, la hizo santa, pues quería darse a sí mismo una Iglesia
radiante, sin mancha ni
arruga ni nada parecido, sino santa e inmaculada.
Así deben también los maridos amar a sus esposas como aman a sus propios cuerpos: amar
a la esposa es amarse
a sí mismo. Y nadie aborrece su cuerpo: al contrario, lo alimenta y lo cuida. Y eso es
justamente lo que Cristo hace por
la Iglesia, pues nosotros somos miembros de su cuerpo.
La Escritura dice: Por eso dejará el hombre a su padre y a su
madre para unirse con su
esposa y los dos formarán
un solo ser. Es éste un misterio muy grande, pues lo refiero a Cristo y a la Iglesia. En
cuanto a
ustedes, cada uno ame
a su esposa como a sí mismo, y la mujer, a su vez, respete a su marido.
la Iglesia, cuerpo suyo, del cual
es asimismo salvador.
Que la esposa, pues, se someta en todo a su marido, como
la Iglesia se somete a Cristo.
Maridos, amen a sus esposas como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a si mismo por ella. Y
después de bañarla en
el agua y la Palabra para purificarla, la hizo santa, pues quería darse a sí mismo una Iglesia
radiante, sin mancha ni
arruga ni nada parecido, sino santa e inmaculada.
Así deben también los maridos amar a sus esposas como aman a sus propios cuerpos: amar
a la esposa es amarse
a sí mismo. Y nadie aborrece su cuerpo: al contrario, lo alimenta y lo cuida. Y eso es
justamente lo que Cristo hace por
la Iglesia, pues nosotros somos miembros de su cuerpo.
La Escritura dice: Por eso dejará el hombre a su padre y a su
madre para unirse con su
esposa y los dos formarán
un solo ser. Es éste un misterio muy grande, pues lo refiero a Cristo y a la Iglesia. En
cuanto a
ustedes, cada uno ame
a su esposa como a sí mismo, y la mujer, a su vez, respete a su marido.
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